Las dudas de David Moyes

Una de las virtudes del Manchester United de Ferguson fue convertir la ciudad deportiva de Carrington en un búnker, para desgracia de la prensa. Ayer sorprendieron las declaraciones de un ex miembro de la guardia pretoriana de Ferguson, el entrenador de porteros Eric Steele, reproducidas por The Observer. Steele reveló las supuestas dificultades de adaptación de David De Gea en su primera temporada, describiéndolo como un chaval «vago» en los entrenamientos. Steele dejó el club tras la llegada de David Moyes. Pero tamaña indiscreción no hubiera ocurrido durante el reinado de Ferguson, bajo ese manto protector que ayudó a De Gea a convertirse el mejor portero del once ideal de la Premier.

La anécdota da cuenta de la sensación de vulnerabilidad que se cierne sobre el United. Era de esperar que Ferguson y su puño de hierro dejaran un vacío difícil de controlar en varios frentes. También sobre el terreno de juego. Ahora los diablos rojos ya no demuestran ese gen competitivo que les permitió ganar la Premiere el año pasado a pesar de que sus carencias, tanto defensivas como en un medio campo sin fluidez. Las mismas que ahora padece el United de Moyes. El United suma 450 minutos sin marcar un gol en juego.

La incorporación de Fellaini no es precisamente la respuesta al mediocentro organizador que buscaba el United el pasado verano con los fichajes fallidos de Cesc Fàbregas o Ander Herrera. Da la sensación de que Moyes está perdido en un laberinto táctico, como demostró en la derrotas consecutivas ante el West Brom y el Manchester City, con alineaciones diferentes en ambos partidos.

Moyes protagoniza el peor arranque de los diablos rojos desde 1989, con un Ferguson por aquel entonces cuestionado. Para el actual técnico sería un consuelo que se tuviese la misma paciencia que se ejerció con su predecesor. Malo sería que tuvieran la tentación de bajar a Ferguson del despacho que ocupa como directivo, como ocurrió con Matt Busby en 1970, rescatado para la causa después de su retiro porque su sucesor, Wilf McGuinness, el joven entrenador del reserva, resultó un rotundo fracaso.